QUE ES EL EVANGELIO?

Ro. 1:16 Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego.

Que es el evangelio? El evangelio es el glorioso mensaje de salvación que Dios ofrece a los pecadores. Son las buenas noticias de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo por los pecados de los hombres, y el anuncio de los eternos beneficios que recibimos por gracia. Un mensaje simple, pero de profundas implicaciones. Una gran noticia que presupone una terrible noticia: Dios salva a pecadores gratuitamente de la condenación eterna. Por la obra justificadora de Cristo en La Cruz, para asi mismo cumplir con la Justicia de Dios castigando en Jesucristo los pecados de sus hijos.

Martín Lutero, el gran reformador del siglo XVI, decía: “La verdad del evangelio es el principal artículo de toda doctrina cristiana. Más necesario aún es que conozcamos bien esta doctrina, que se la enseñemos a los otros y que la metamos en su cabeza continuamente”.

El apóstol Pablo predicó este mensaje desde su conversión. El estaba tan convencido por este mensaje que de sus labios salio la frase en 1 CO 9:16 Porque si predico el evangelio, no tengo nada de qué gloriarme, pues estoy bajo el deber de hacerlo; pues ¡ay de mí si no predico el evangelio!.  Esto lo llevo a realizar varios viajes misioneros por Asia y Europa llevando el evangelio, y escribió acerca del mismo en todas sus cartas. Incluso, en su epístola a los Gálatas, defendió con gran celo la integridad de este mensaje, al extremo de llamar anatema a todo aquel que predicara un “evangelio diferente” (Gá. 1:5). Ahora bien, la convicción del apóstol descansaba en la certeza de que Dios es el autor de este mensaje (Ro. 1:1) y que el Señor mismo salvaba a los hombres por medio del evangelio: “Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego” (Ro. 1:16). Dios salva a los pecadores y los salva por medio de la locura de la predicación (1 Co. 1:21). Por eso el apóstol predicaba el evangelio y nunca se avergonzó de él.

Por lo tanto, todo creyente debe exhibir esta misma convicción y la misma actitud: Predicar el evangelio tal como lo hemos recibido y sin avergonzarnos de él. Pero, cómo descubrir si como creyentes somos culpables de avergonzarnos de este mensaje? Cómo sabemos que estamos avergonzados del evangelio? Mire estas evidencias:

1. Cuando no predico ni comparto mi fe 

Antes que Jesús ascendiera al cielo, encargó a sus discípulos diciendo ” Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:19). Este mandato es extensivo a toda la iglesia cristiana de todos los tiempos. Los creyentes tenemos el deber de la Gran Comisión: Predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo y hacer discípulos a las naciones. Es la tarea de la iglesia y la tarea del creyente. Cuando no compartimos el mensaje del evangelio, estamos fallando en cumplir con nuestro deber y en un sentido estamos avergonzados de él.

La Gran Comisión se lleva a cabo cuando le explicamos a las personas la necesidad de reconciliarse con su Creador. Evangelizar implica llamar a los hombres a la fe en Cristo y al arrepentimiento. Por lo tanto, callar acerca de lo que Cristo hizo en la cruz del calvario es una forma de avergonzarse de este glorioso evangelio. Cuando preferimos no hablar de nuestra fe, de la cruz, y de la salvación en Cristo Jesús, no solo estamos desobedeciendo sino también evidenciando que estamos avergonzados del evangelio.

2. Cuando estamos más preocupados en no ofender a las personas 

El evangelio es un mensaje ofensivo para el mundo y para el hombre no regenerado. Por eso Pablo y Pedro hablaron de nuestro Señor y de la cruz como de un “tropiezo” para los incrédulos (1 Pe. 2:8Gá. 5:11). Cuando llamamos a los hombres al arrepentimiento, estamos directa o indirectamente denunciando su pecado. El pastor John MacArthur dice en este sentido “nunca suavize el evangelio. Si la verdad ofende, entonces deje que ofenda. La gente ha estado viviendo toda su vida ofendiendo a Dios. Deje que se ofendan por un momento”. Denunciar a las personas sus pecados, es nombrar las cosas por su nombre en medio de esta sociedad tan fragil que ofende a Dios con sus estilos aberrantes de vida exigiendo aceptacion de nuestra parte al punto de llevarnos ante las autoridades sino compartimos con ellos sus afecciones, mientras la mayoria de los miembros de la Igleisa calla por no meterse en problemas como la famosa frase de “a mi que? A mi que me importa? que ellos vivan su vida”. Sin darse cuenta que ese es precisamnete el plan de e enemigo, amrdazarnos para no hablar y ser pasivos en el evangelio y con ello mostrar una conducta desinterezada aun a nuestro propios hijos quienes nos observan. Si esto es asi con nosotros, que sera cuando a nuestros hijos  les toque ser los lideres directos de sus vidas y de la Iglesia. No se averguenze de el evangelio y prediquelo!.

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