QUE ES LA MISERICORDIA?
Lucas 10:36-37 “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con el. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.”
Hoy estaremos terminando esta serie acerca de la Misericordia de Dios, vimos que Su misericordia produce en nosotros como creyentes humildad, gratitud y hoy veremos que también debe producir más misericordia para con nuestro prójimo. Pero, ¿que es la misericordia según este pasaje que encontramos en el evangelio de Lucas 10:30-37? Para interpretar correctamente esta parábola que muestra el verdadero significado de la misericordia, es muy importante tener presente una de las reglas fundamentales de la hermenéutica y de la predicación expositiva: considerar el contexto.
En primer lugar, leeremos los versículos que anteceden a la parábola para identificar el contexto, tomaremos desde el versículo 25 en adelante. El v 25 nos dice que un intérprete de la ley se levantó y dijo algo para probar y desafiar a Jesús. La palabra intérprete utilizada en el original viene del griego “nomikos” que significa especialista en la ley, abogado. Recordemos que Israel en el antiguo testamento era una teocracia, lo que significa que no había división entre la iglesia y el estado, las mismas leyes civiles eran la mismas leyes establecidas por Dios en términos religiosos. Y este hombre que quiere desafiar a Jesús es todo un profesional en su campo, un experto en leyes civiles y religiosas que se levanta dispuesto a poner a prueba la comprensión teológica de aquel que es Dios mismo hecho hombre.
Y le pregunta: ¿haciendo que cosas heredaré la vida eterna?. Pero su pregunta no era genuina, no era que este hombre creía que Jesús le daría el camino a la vida eterna, no, el texto es claro, simplemente quería hacer caer a Jesús, pero nuestro Señor con Su infinita sabiduría le responde con otra pregunta y le indaga acerca de qué está escrito en la ley y como la interpreta, apelando a su mismo conocimiento, humanidad y orgullo, pero de cierta manera esta pregunta también es algo que confronta al abogado profesional; en otras palabras le dice, tú eres todo un intérprete de la ley y me haces esta pregunta tan obvia? Tú sabes lo que dice la ley, el problema está es en como la estás interpretando. Y evidentemente según el v 27 el intérprete contestó correctamente nombrando la ley, y el gran mandamiento, pero Jesús quien es Dios mismo hecho hombre y sabía que El no había cumplido este gran mandamiento (como todos los demás seres humanos) le dice, haz esto, y vivirás. Inmediatamente este hombre quiere justificarse y le hace otra pregunta y le dice, pero ¿quién es mi prójimo?.
Aquí vemos nuevamente la eterna sabiduría de nuestro Señor Jesucristo, El expone la ley como un espejo ante este intérprete para que se de cuenta de su condición, y es precisamente esta una de las funciones de la ley, nos sirve como un espejo para mirarnos y ver nuestra total y absoluta dependencia de un salvador, porque frente a ella estamos totalmente descalificados. Aquí es muy importante analizar con referencia a quien nos medimos, aveces nos medimos unos con otros y vemos que tal vez estamos mejor que aquel que adultera, o aquel que miente, o aquel que tiene problemas de alcoholismo, y nos sentimos “buenos” en cierta manera. Pero Dios nos expone todo el tiempo a su ley por medio de Su Palabra para que todos los días nos miremos en ese espejo que no solamente nos muestra Su carácter y quien es El, sino que también revela claramente quiénes somos nosotros y cuán necesitados estamos de un Salvador. Sin duda la ley de Dios nos conduce a Cristo, porque esta revela nuestro pecado y nuestra incapacidad de justificarnos a nosotros mismos. Y este fue el más grande error que cometió este profesional en leyes, intentar justificarse a sí mismo, y tiende otra trampa al Señor haciendo otra pregunta, ¿quién es mi prójimo? Este experto en la ley consideraba al igual que la tradición judía que su prójimo eran solamente sus compatriotas judíos. Pero a los gentiles y en especial a los samaritanos no los consideraban su prójimo sino sus enemigos, los impuros, los mezclados, una raza inferior a ellos, ante esta trampa nuestro Señor Jesucristo pudo haberle respondido que todo persona sin importar su nacionalidad es su prójimo, pero decide responderle con una historia que analizaremos a continuación.
En segundo lugar, teniendo en cuenta todo este contexto, analizaremos la parábola que nos mostrará el verdadero significado de la misericordia. La historia nos muestra a un hombre que iba de camino de Jerusalén a Jericó, y que fue atacado por ladrones que le quitaron todo, lo hirieron, lo dejaron medio muerto en el camino y se fueron. Esta persona atacada nos muestra la vulnerabilidad del ser humano, nos muestra que estamos expuestos al sufrimiento y que ninguno de nosotros está exento de pasar por situaciones de extrema necesidad. Ahora, lo importante en este mensaje está en la reacción de los que iban a ser testigos de esta necesidad. El primer turno fue para el sacerdote, quien según el texto lo vió y pasó de largo. La historia no nos explica porque siguió de largo, tal vez pensó que estaba muerto y no quiso tocarlo para no “contaminarse” como era el pensamiento de los judíos, o tal vez pensó que los ladrones aún estaban cerca y no quería correr con la misma suerte del herido, o simplemente tenía un asunto muy importante que atender en Jericó y no quiso detenerse a ayudar.
El segundo turno fue para el levita quien también lo vió y siguió de largo, del mismo modo el texto no expresa las razones de porque no ayudó, probablemente fueron las mismas de la las del sacerdote, pero lo cierto es que tampoco se detuvo. Ahora, porque nuestro Señor Jesucristo expone precisamente a estos dos grupos de personas? Tanto sacerdotes como levitas eran representantes de la religión de la época, y en el contexto en el cual se esta contando esta historia, nuestro Señor quiere dar una gran lección: el conocimiento meramente religioso no garantiza el ser practicante o vivir la misericordia. El hablar de misericordia y exponer que es la misericordia no necesariamente me hace misericordioso, o en otras palabras, el conocimiento religioso no es garantía de nada.
Pero la verdad Bíblica es que solo los que son misericordiosos alcanzarán misericordia según Mateo 5:7, que por cierto, no es que por mi misericordia seré salvado y alcanzaré la misericordia de Dios, si fuese así sería salvo por mis obras de misericordia y no por la gracia de Dios lo cual sería imposible. Si miramos el contexto de estas bienaventuranzas nos expone que de los pobres de espíritu es el reino de los cielos, es decir, nos habla es de reconocer nuestra condición de ruina espiritual y nuestra necesidad de un salvador porque no podemos pagar ni hacer nada para salvarnos a nosotros mismos, también nos expone que son bienaventurados los que lloran porque recibirán consolación, pero este es un lloro causado por el arrepentimiento, más que una simple lágrima es un clamor por salvación reconociendo nuestra necesidad de perdón y nuestra dependencia absoluta de la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, del mismo modo nos dice en el v 8 qué bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios, pero quién tiene un corazón limpio por sí mismo? Si creemos que todos hemos pecado ninguno entonces tiene un corazón limpio para llegar a Dios, solamente podemos tener un corazón limpio cuando nos rendimos a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, confesando nuestros pecados a Él, quien es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad, solo en ese momento podremos tener un corazón limpio. Todas estas bienaventuranzas apuntan a Cristo, y del mismo modo la misericordia; bienaventurados los misericordiosos habla acerca no de mi misericordia, sino de la misericordia de Dios que me ha alcanzado, Su Gracia que me ha salvado por medio de la fe en Jesucristo, y el reflejo de este nuevo nacimiento está en expresar esa misericordia recibida de parte de Dios en mis relaciones con los demás, y así alcanzaremos la misericordia de Dios.
Pero en el caso de estos dos representantes de la religión, los dos ignoraron el dolor y sufrimiento y siguieron su propio camino. Pero un samaritano que también pasó por allí vio la necesidad de aquel hombre y fue movido a misericordia. Está última expresión viene del griego “splagjnidzomai” que significa: tener ansiedad en las entrañas, es decir, sentir compasión por, apiadarse, piedad activa. Y es precisamente esta la definición de la verdadera misericordia, sentir piedad por alguien muy dentro de nosotros, en nuestras entrañas y mostrarla de forma activa con nuestras acciones. El término utilizado en griego denota no solamente el sentimiento, sino que va acompañado de las acciones, lo cual denomina compasión activa. Y es precisamente lo que el samaritano hizo, en el v 34 vemos que a diferencia de los 2 anteriores personajes que al ver la necesidad pasaron de largo, este samaritano se acercó, vendó sus heridas, las limpió con aceite y vino, lo levantó y lo puso en su cabalgadura, lo llevó al mesón, cuidó de él, pagó el precio al mesonero y prometió regresar para pagar si se había gastado de más. Del mismo modo debemos nosotros mostrar amor y misericordia no solamente con nuestros sentimientos, sino también con acciones en favor del que está necesitado, y estas acciones muchas veces nos costarán como le costaron a este samaritano, tal vez nos cuesten dinero, tiempo, esfuerzo físico o emocional, pero sin duda el amor y la misericordia se traducen en acciones, porque si hemos recibido misericordia de parte de Dios, así mismo estamos llamados a dar misericordia a los demás.
Por último Jesús concluye la discusión con este profesional en leyes preguntándole, quién crees que fue el prójimo del que cayó en manos de ladrones? La respuesta del intérprete muestra algo de prejuicio aún porque no es capaz de decir que el samaritano, simplemente dijo “el que uso de misericordia con el”, pero sin duda entendió que debía mostrar amor y misericordia traducida en acciones a toda persona que vea en necesidad sin importar su nacionalidad o posición, y le dice, ve y haz tú lo mismo.
Del mismo modo estas palabras nos recuerdan que hemos recibido gracia y misericordia de parte de Dios, éramos nosotros los que estábamos tirados en el suelo moribundos, condenados a la muerte eterna, y Jesús se acercó a nosotros, nos limpió nuestras heridas, nos curó de la enfermedad más grave llamada pecado, pagó el precio con su sangre preciosa y prometió regresar por nosotros. Nos ha sido dada la misericordia inmerecida de Dios, y como sus hijos no podemos ser indiferentes al dolor y sufrimiento de las personas que están a nuestro alrededor, sino que debemos mostrar el amor y la misericordia de Dios en nosotros por medio de nuestras acciones.