El sermón del monte: Una introducción
Mateo 5:1-2 “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba diciendo:”
El día de hoy estaremos iniciando una nueva serie de estudios basada en los capítulos 5,6 y 7 del evangelio de Mateo. Estuvimos viendo que como creyentes debemos poner los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe, que a pesar de las circunstancias económicas, de salud, etc, a pesar de las personas, de la cultura, a pesar de todos los factores que nos rodean, nuestros ojos deben estar enfocados única y exclusivamente en el origen y quien perfecciona nuestra fe: nuestros amado Señor y Salvador Jesucristo.
Siguiendo con esta línea de enfocarnos solamente en El, estudiaremos verso a verso el gran sermón del monte expuesto por Cristo mismo. Sin duda alguna entraremos en un mar de gloriosas verdades eternas y poderosas que transformarán y moldearán nuestro carácter como creyentes, no por quienes seamos nosotros, sino por quien emitió estas poderosas palabras; el Maestro de maestros, el Predicador de predicadores, nuestro Señor Jesucristo.
Como hemos venido aprendiendo, antes de ir al texto, para una correcta interpretación del mismo, debemos remitirnos al contexto; cuando se escribieron estas palabras? Bajo que circunstancias políticas y religiosas? A quienes fueron escritas? Las respuestas a estas preguntas nos darán un panorama global y un marco de referencia para una correcta interpretación. Según los eruditos el evangelio de Mateo fue escrito aproximadamente entre los años 80 y 90 d.C. Luego de la destrucción del templo ocurrida alrededor del año 70 d.C. Como respuesta a la revuelta Judía de aquellos días por los abusos e injusticias propiciadas por el imperio Romano. Esta destrucción del templo profetizada incluso por nuestro Señor Jesucristo (Marcos13:2) marcó un profundo cambio para el judaísmo de aquellos días, bebido a que su forma de acercarse a Dios giraba en torno al templo y los sacrificios que allí se ofrecían, ahora sin templo y con los Romanos persiguiéndoles los Judíos creyentes en Cristo estaban siendo enseñados por Dios; sin Duda Dios estaba usando inclusive esta cruel persecución para enseñar a Sus hijos que El habita en el corazón del creyente y no en templos hechos por hombres (1 Corintios 3:16-17) es muy probable que para aquellos días las cartas del apóstol Pablo ya fueran de conocimiento de muchos de ellos, y Dios estaba transformando su idea tradicional del templo y su forma de relacionarse con Sus hijos. Esto provocó una ruptura entre el judaísmo tradicional y los judíos creyentes en Jesús como el Mesías, lo que incrementaba la persecución y tensión no solamente con el Imperio Romano sino ahora también con el judaísmo tradicional. Y esto nos lleva a responder nuestra última pregunta, a quienes se les escribió este evangelio?. Sin duda por las constantes referencias al antiguo testamento a lo largo de todo el evangelio de Mateo, fue escrito a Judíos creyentes en Jesús como el Mesías prometido. De hecho no hay evangelio que haga más referencias al A.T. que Mateo, frases típicas como “para que se cumpliese lo dicho por el profeta” aparecen por lo menos 13 veces ejm: (Mateo 13:35) (Mateo 8:17) (Mateo 1:22) esto indica que estaba escrito a personas que conocían perfectamente estas referencias, es decir a judíos ahora creyentes en Cristo como el Mesías prometido. De hecho el evangelio de Mateo dedica casi todo su primer capítulo a describir la genealogía de Jesús hasta Abraham, el padre para lo Judíos. En resumen, estas palabras fueron escritas a judíos creyentes en Cristo que estaban bajo una cruel persecución Romana, y hostilidad del judaísmo tradicional, mostrando a Jesús como el Mesías prometido desde el antiguo testamento.
Ahora, el texto mismo tiene también un contexto, el versículo 1 del capítulo 5 nos dice que “Viendo la multitud subió al monte” para entender estas palabras debemos ver los versos anteriores que nos muestran que es Jesús mismo quien subió al monte al ver la multitud, vemos que Cristo ya había iniciado a predicar, y su mensaje según el capítulo 4:17 llamaba al arrepentimiento y a la fe. También nos dice el texto que ya estaba empezando a llamar a sus discípulos entre ellos Simón Pedro, y Andrés (4:18), Jacobo y Juan (4:21). Y que recorría toda Galilea predicando el evangelio, y sanando toda enfermedad, por lo cual lo seguían muchas multitudes entre ellos muchos sedientos del evangelio como también probablemente muchos solamente buscando ser sanados de sus dolencias. Es esta multitud a la que hace referencia 5:1, pero El se retira de la multitud y sube al monte y sentándose vienen a El sus discípulos. Aquí el texto es claro, sube al monte, para enseñar a sus discípulos, muy probablemente también le sigan otras personas, pero el texto es explícito al nombrarnos que El se dirige a enseñar a Sus discípulos, a los suyos. Por lo tanto, este sermón está dirigido a los suyos, no está hablando a inconversos, está enseñando a los que le han creído, a los que han sido regenerados. Es decir, las palabras de este sermón no podrán ser entendidas por impíos, probablemente les suene a locura, están dirigidas a aquellos que por Su gracia y Misericordia hemos nacido de nuevo. Es esto lo que Cristo ha hecho con nosotros, nos ha llamado del mundo, nos ha apartado para El, para tener una relación con nosotros y enseñarnos como a Sus hijos. Por lo tanto, las bienaventuranzas y el sermón del monte no son promesas universales, sino una descripción de los ciudadanos del reino de los cielos. No son leyes u obras para alcanzar la salvación, la cual es únicamente por gracia, es la descripción del carácter espiritual de aquel que ya ha sido salvo, es el fruto del nuevo nacimiento provocado por la Palabra de Dios y la obra del Espíritu Santo. Solo un corazón regenerado puede desear y vivir lo que Jesús está a punto de enseñar.
Por último debemos ser enfáticos en que la salvacion es por Gracia por medio de la fe en Jesucristo, pero no podemos estar peleados con las buenas obras, por años se ha malinterpretado las buenas obras, no para salvación, repito, son el fruto de la obra del Espíritu Santo en cada uno de nosotros, veamos estos versos: Efesios 2:8-10 y Santiago 2:17. El sermón del monte nos habla acerca de actuar o vivir correctamente, pero no como una forma de meritocracia para acceder al reino de los cielos, sino como una evidencia de que ya pertenecemos a ese reino por pura misericordia y gracia. O en otras palabras, las buenas obras sin fe son legalismo e hipocresía, y la fe sin obras es muerta o falsa. Deben estar juntas, una como consecuencia de la otra, tal cual lo vemos en la Escritura.
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