SOLA GRATIA. SOLO POR GRACIA

Efesios 2:4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,

5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por

gracia sois salvos),

Martin Lutero dijo en su libro: La esclavitud de la voluntad, que “sola gratia” es la bisagra sobre la cual gira todo lo demás. Solo la gracia puede sacarnos de la condición miserable en la cual todos hemos vivido como pecadores. Solo la gracia nos puede liberar del pecado y es solo por gracia que el hombre puede hacer algo bueno. ¡Solo la gracia! Con este postulado comienza la Reforma, y con él se sostiene hasta hoy. Quien no lo vea así, o quien simplemente pretenda añadir a este principio algo más, por insignificante que sea, lo está poniendo todo en juego. Un peligroso juego con fuego del que saldrá quemado. Lutero percibió esto con suma agudeza

La marca distintiva de la fe cristiana es la gracia. Solo en el cristianismo la salvación se recibe por gracia aparte de las obras de la ley. El tercer gran principio de la Reforma exclama sola gratia! Solo por la gracia. Para Lutero gracia es la acción de Dios por medio de su Hijo Jesucristo. ¿Cómo llega Lutero a esta conclusión? Llega a ella desde el Nuevo Testamento, y más exactamente desde los escritos del apóstol Pablo. El contenido del evangelio que anuncia Pablo y el objetivo de su misión evangelizadora mundial se deja resumir en una única palabra: ¡Gracia! Pero ¿qué es gracia? Gracia es siempre algo que no se merece. Algo a lo que no se tiene derecho. Por ejemplo, si hablamos de la sociedad, justicia es algo que podemos reclamar. Si alguien causa daño a nuestro automóvil nosotros podemos requerir justicia de un tribunal.

Tenemos derecho a que se nos haga justicia. Pero ¿tenemos derecho a la gracia? No. La gracia se recibe inmerecidamente. Dicho con otras palabras: Gracia es siempre una acción bienintencionada de arriba a abajo, del cielo a la tierra, de Dios hacia el hombre.

El agraciado es alguien que recibe un favor que le cae de arriba sin haber hecho mérito alguno para ello. La gracia se recibe sin ningún mérito personal, sin merecerlo. Gracia es favor inmerecido.

Ef 2:1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,

Ef 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe

El Nuevo Testamento está repleto de amonestaciones a personas que creían poder mantenerse firmes delante de Dios en virtud de sus méritos personales. Sola gratia, solo por a gracia constituía para los fariseos de los días de Jesús una viga en sus ojos; algo que les irritaba y les indignaba, predisponiéndoles contra Jesús y su mensaje. Decían los que se justificaban a sí mismos: “¿Ser aceptados por Dios de pura gracia? ¡Esto es injusto! Nosotros hacemos muchas obras de justicia. ¡Oramos, recorremos largas distancias para hacer prosélitos, ayunamos y damos diezmos y limosnas! ¿Y ahora viene Jesús y se junta con publicanos y pecadores? ¡Esa gente no tiene nada a su favor en la cuenta de las buenas obras! ¡Solo números rojos, solo culpas y pecados! ¡No se lo “merecen”!” Precisamente esto es gracia: ¡Recibir un don que uno no merece!

Este fue el mensaje con el que nuestro Señor empezó su ministerio Mt 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Bienaventurados los que no tienen nada, los que saben que su religión, su justicia, sus buenas obras, sus méritos, son absolutamente nada delante de Dios, pero aun, sus mejores obras, las mas piadosas, las mas generosas y buenas, son suciedad delante de Dios (Is 64:6). No tenemos nada que pueda valernos como mérito para ganarnos el cielo.

Así que, gracia es una decisión soberana de Dios que nos es impartida únicamente, exclusivamente, en virtud del mérito del sacrificio realizado por Jesús en la cruz. Lo único que puede hacer el hombre ante la gracia, es recibirla y agradecerla.

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SOLA FIDE, SOLO POR LA FE