SOLI DEO GLORIA, SOLO A DIOS LA GLORIA
Estamos en la cúspide de lo que el reformador Martin Lutero llamo las 5 Solas, Solo Escritura, Solo Fe, Sola Gracia, Solo Cristo, y por ultimo Solo a Dios la gloria, estas son Las 5 Solas de la reforma. Las cinco solas expresan cinco creencias fundamentales, que los reformadores entendían como pilares esenciales para la vida y práctica cristianas que entraban en contraposición con la doctrina católica.
Is 43:7 todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.
Este texto lo que nos enseña es que hemos sido creados para Su gloria y por tanto, estamos marcados con Su gracia, dicho de otra manera, la garantía de nuestra bendición y protección no depende del éxito de nuestro testimonio, sino de la fidelidad del Dios nuestro; La salvación de los pecadores fue idea de Dios, la realización de esa salvación fue obra de Dios, la concesión de esa salvación es la gracia de Dios y el cumplimiento de esa salvación es la promesa de Dios. Desde el principio hasta el final, Ap 7:10 La salvación es del Señor. “Ap 7:10 La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”, este texto alude a que el autor de nuestra salvación es solo Dios a travez de un nuevo nacimiento; al igual que un niño no puede atribuirse el mérito de su propio nacimiento, nosotros tampoco podemos atribuirnos el mérito de haber "nacido de nuevo”.
Cuando los reformadores hablaban de nuestra salvación "sólo para la gloria de Dios", enfatizaban, la autoridad de solo escritúra, solo por medio de la fe, solo por gracia, solo por Cristo y que la salvación de nuestras almas es para la gloria de Dios. Una frase clave en “Ef 2:9 para que nadie se gloríe"; es decir, la gracia de Dios al proporcionar la salvación excluye todo orgullo y jactancia del ser humano. En su argumentación a favor de la justificación por la fe, aparte de la ley, Pablo escribe: Ro 3:27-28 (TLA) “Ante Dios, no tenemos nada de qué estar orgullosos. Pues Dios nos acepta porque confiamos en Jesucristo, y no por obedecer la ley de Moisés”. No hay lugar para la gloria del hombre en el plan de salvación de Dios. La gloria es sólo de Dios. Jesús dijo: "separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:5). Si fuera posible que alguien alcanzara la salvación por medio de las obras de la Ley, entonces tendría algo de qué jactarse (Romanos 4:2); pero es imposible. No podemos salvarnos a nosotros mismos. Nosotros, que estábamos muertos en nuestros pecados (Efesios 2:1), no podíamos hacer nada para alcanzar la vida. Sin embargo, gracias al Señor, "la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23). La gloria es de Dios, no nuestra. Solo a Dios la gloria.
En la teología reformada, la doctrina de soli Deo gloria, solo a Dios la gloria está estrechamente relacionada con la doctrina de la gracia irresistible.("Gracia irresistible o llamamiento eficaz o gracia eficaz, Jn 6:37-40” es una frase que se usa para resumir lo que la Biblia enseña sobre el trabajo sobrenatural del Espíritu Santo en la salvación de los pecadores, donde el ser humano muerto en delitos y pecados no tiene ninguna aportación en la salvación.) Fue la gracia de Dios quien nos atrajo a la salvación eterna y segura e incluso nos permitió creer. Jn 6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera
Sí!, nos arrepentimos de nuestro pecado, pero sólo porque la gracia de Dios nos permitió arrepentirnos, esta es la única manera de acercarnos a El. Pusimos nuestra fe en Cristo, pero sólo porque la gracia de Dios nos permitió tener fe. No hay ninguna obra que podamos hacer para ganar nuestra salvación o para asegurarla por nosotros mismos. Hemos sido llamados y guardados sólo por el poder de Dios, "para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús" (Efesios 2:7). Soli Deo gloria.
Aun el apóstol Juan en su visión del cielo, vio "los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder" (Apocalipsis 4:10-11). Ni siquiera los ancianos del cielo se quedan con su corona; dan la gloria donde se debe: sólo a Dios.