LA ANGUSTIA HACIA LA CRUZ

Lucas 22:44. “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”

Según el autor Carlos Espejo Muriel de la Universidad de Granada en su escrito “Penas corporales y torturas en Roma” los Romanos tenían una amplia gama de torturas y castigos para sus condenados, entre los cuales resaltaban la cremación, arrastre de cuerpos tirados por carros de caballos, amputación de miembros, entre otros, pero habían tres en particular que sobrepasaban la barbarie y la crueldad: la decapitacion, el desmembramiento, y la crucifixión. De esta última según el filósofo Romano Cicerón dijo “la crucifixión es el castigo más cruel y aterrador que existe” ya que estaba reservada para los rebeldes, los agitadores que querían levantarse contra el imperio; su objetivo sin duda alguna no era solamente matar a un hombre, sino hacerlo sufrir en el proceso, torturarlo lentamente, desangrarlo paso a paso, exponerlo al ultraje, a la humillación pública, hacerlo experimentar dolores inimaginables durante horas y en muchas ocaciones hasta días. Con la finalidad de sembrar el temor hacia todo aquel que osara levantarse en contra de el imperio Romano. 

Nuestro Señor Jesucristo sabía lo que le esperaba, no solamente hablando desde el punto de vista físico como lo describimos ampliamente en el párrafo anterior, sino del experimentar por primera vez el abandono de Su Padre a causa del pecado que estába cargando sobre si mismo por causa de nuestro pecado. El lo sabía, El lo tenía claro, El sabía lo que le esperaba. En el versículo 39 de el mismo capitulo, nos muestra la manera correcta de actuar ante la angustia, El Señor nos da una enseñanza que puede cambiar para siempre nuestras vidas; El Señor contrarresto la angustia y la ansiedad que todo ser humano experimenta a travez de la oración; El Señor decide irse como solía al monte de los Olivos a orar. La palabra que se usa en griego en este pasaje para referirse a “cómo solía” es “ethos” que significa costumbre o hábito. Para nuestro Señor Jesús irse a orar es un hábito, una disciplina, ante la adversidad el no decide hacer un berrinche, pelear contra alguien, buscar culpables, dejarse consumir por la ansiedad y la depresión, mucho menos buscar bienes o cosas materiales pasajeras que lo hagan olvidarse momentáneamente de su situación como tal vez haríamos muchos de nosotros, no, El decide orar.

Nuestro Señor no utiliza la oración para que su problema se resuelva a su manera; No, el pide que se haga la voluntad de Su Padre. Esto nos demuestra que la oración es el vehículo de comunicación con nuestro Dios, el medio para hablar con El y alinearnos a Su Voluntad. En ocasiones oramos equivocadamente, y no queremos pasar por el proceso de la cruz, no queremos pasar por la angustia, por la aflixion, por la prueba, queremos tomar la copa de la prosperidad, de la bendición, pero no queremos tomar la copa de la angustia o de la prueba, ignorando que Dios utiliza este proceso para fortalecer nuestra fe, para moldearnos a Su manera, para hacernos crecer espiritualmente y Glorificarse en nuestra vida. Nuestro Señor nos muestra que pasar por el proceso de la cruz era necesario, El no lo evita, sino que voluntariamente decide pasar por el porque sabía que al cumplir Su misión quitaría el pecado del mundo, porque sabía que no había otro camino al Padre para nosotros sino era por El mismo, porque al final de la cruz y el dolor vendría la victoria sobre la muerte, la Victoria eterna sobre el reino de las tinieblas y consigo la victoria para todos los que en El creamos, la salvación y la vida para millones y millones. No evitemos el proceso, no nos dejemos dominar por el miedo, no nos dejemos gobernar por la ansiedad, porque al final del proceso hay una gloria para el creyente que entiende que Dios está con El, pasando por el medio del valle de sombra de muerte y que será El mismo quien nos dará la victoria. 

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